LA MISA TRADICIONAL
El Papa Benedicto XVI, el 7 de julio del año del Señor de 2007, mediante el Motu Proprio Summorum Pontificum, volvió a normalizar la celebración de la Santa Misa conforme al Missale Romanum codificado por San Pío V en 1570, y reeditado por última vez por Juan XXIII en 1962.
Fue la Misa de multitud de santos, mártires y confesores.
Fue la Misa de multitud de Papas, cardenales, obispos y presbíteros.
Fue la Misa de nuestros antepasados.
Fue la Misa que se oficiaba durante el Concilio Vaticano II.
Y camino de santidad durante siglos para muchas generaciones.
Hoy, el uso de la liturgia tradicional o gregoriana, y en concreto de la Misa según el Rito Romano tradicional, es cada día más frecuente en la Iglesia universal, resurgiendo con ello un tesoro espiritual y litúrgico, que se nos ofrece para mayor gloria de Dios, bien de toda su santa Iglesia, y salvación de nuestra alma.
Es la Misa llamada por Benedicto XVI como la Forma Extraordinaria del uso del Rito Romano, o también conocida como Misa tradicional, Gregoriana, de San Gregorio Magno, Usus Antiquior, vetus ordo, o denominada como Misa en latín. Promovida en nuestra ciudad desde el año 2004 por la Asociación Una Voce Sevilla, cuenta desde entonces con el beneplácito del Sr. Arzobispo.
Además de su catolicidad, espiritualidad, sacralidad, misterio, solemnidad, belleza, recogimiento, contemplación, uso del canto gregoriano…, etc., la Misa tradicional se caracteriza por:
1º El recordatorio constante del sentido sacrificial de la Misa, al ser ésta la renovación incruenta, real, y verdadera del Sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo en la Cruz.
2º El sacerdote la oficia cara a Dios, ad orientem -hacia el Sagrario-, orientado en la misma dirección que los fieles, realzando con ello el carácter cristocéntrico de la liturgia de la Misa.
3º Salvo la Epístola, el Evangelio, y la homilía, la Misa se desarrolla en latín, lengua oficial de la Iglesia, contribuyendo con ello a la universalidad de la Liturgia.
4º El sacerdote pronuncia algunas oraciones en voz baja o en silencio –especialmente durante el Canon-, lo que enfatiza el misterio y sacralidad de la Misa.
5º Se acentúan los momentos en que los fieles permanecen de rodillas, especialmente durante el Canon y la comunión -en la boca-, como muestra de adoración y reverencia ante el Sacrificio y la presencia real y verdadera de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía.
LA SANTA MISA
Todos los beneficios de la cristiandad y de la salvación de nuestras almas vienen de la Cruz de Jesucristo y de Jesús crucificado. Nuestro Señor es quien organizó todas las cosas alrededor de esta fuente de vida que es su sacrificio del Calvario, perpetuado en la Santa Misa. Por ello, es considerada desde siempre el centro de la vida de la Iglesia.
Es esencial para cada cristiano estudiar y meditar la doctrina católica de la Misa, medio maravilloso elegido por la sabiduría divina para devolvernos la vida espiritual y sobrenatural. Dos puntos merecen una atención especial en estos tiempos de crisis:
1.Presencia real y verdadera de Jesucristo en la Misa.- Nuestro Señor afirmó en repetidas veces que nos dejaba su propio cuerpo (San Mateo 16,26; San Marcos 14,22; San Lucas 22,19; I Corintios 11,24). Por eso la Santa Iglesia Católica mantuvo siempre, con la mayor firmeza, que por la consagración del pan y del vino toda la substancia de pan se convierte en la substancia del Cuerpo de Cristo, y toda la substancia del vino en la substancia de su Sangre –transubstanciación-.
2.Fines de la Misa.-
a) Lautrético: Es el principal, adorar a Dios y darle el culto debido como Señor y Creador nuestro.
b) Eucarístico: Agradecer a Dios todos sus inmensos beneficios.
c) Propiciatorio y expiatorio: Satisfacer a Dios por todos los pecados y por las penas merecidas por éstos, así propios como ajenos, de los vivos y de los difuntos.
d) Impetratorio: Pedir a Dios todos los bienes espirituales y temporales.
“El sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son, pues, un único sacrificio: “La víctima es una y la misma. El mismo el que se ofrece ahora por el ministerio de los sacerdotes, el que se ofreció a sí mismo en la cruz, y solo es diferente el modo de ofrecer” (Concilio de Trento: DS 1743). “Y puesto que en este divino sacrificio que se realiza en la misa, se contiene e inmola incruentamente el mismo Cristo que en el altar de la cruz “se ofreció a sí mismo una vez de modo cruento”; […] este sacrificio [es] verdaderamente propiciatorio” (Ibíd).” (Catecismo de la Iglesia Católica, Punto 1367)
MEDITACIONES SOBRE LA SANTA MISA
A la hora de tu muerte, tu mayor consuelo serán las Misas que durante tu vida oíste.
Cada Misa que oíste te acompañará en el tribunal divino y abogará para que alcances perdón.
Con cada Misa puedes disminuir el castigo temporal que debes por tus pecados, en proporción con el fervor con que la oigas.
Con la asistencia devota a la Santa Misa, rindes el mayor homenaje a la Humanidad Santísima de Nuestro Señor.
La Santa Misa bien oída suple tus muchas negligencias y omisiones.
Por la Santa Misa bien oída se te perdonan todos los pecados veniales que estás resuelto a evitar, y muchos otros de que ni siquiera te acuerdas.
Por ella pierde también el demonio dominio sobre ti.
Ofreces el mayor consuelo a las benditas ánimas del Purgatorio
Consigues bendiciones en tus negocios y asuntos temporales.
Una Misa oída mientras vivas te aprovechará mucho más que muchas que ofrezcan por ti después de la muerte.
Te libras de muchos peligros y desgracias en los cuales quizás caerías sino fuera por la Santa Misa.
Acuérdate también de que con ella acortas tu Purgatorio.
Con cada Misa aumentarás tus grados de gloria en el Cielo. En ella recibes la bendición del sacerdote, que Dios ratifica en el cielo.
Al que oye Misa todos los días, Dios lo librará de una muerte trágica y el Angel de la guarda tendrá presentes los pasos que dé para ir a la Misa, y Dios se los premiará en su muerte.
Durante la Misa te arrodillas en medio de una multitud de ángeles que asisten invisiblemente al Santo Sacrificio con suma reverencia.
Cuando oímos misa en honor de algún Santo en particular, dando a Dios gracias por los favores concedidos a ese Santo, no podemos menos de granjearnos su protección y especial amor, por el honor, gozo y felicidad que de nuestra buena obra se le sigue.
Todos los días que oigamos Misa, estaría bien que además de las otras intenciones, tuviéramos la de honrar al Santo del día.
La Misa es el don más grande que se puede ofrecer al Señor por las almas, para sacarlas del purgatorio, librarlas de sus penas y llevarlas a gozar de la gloria. – San Bernardo de Sena.
El que oye Misa, hace oración, da limosna o reza por las almas del Purgatorio, trabaja en su propio provecho. – San Agustín.
Por cada Misa celebrada u oídas con devoción, muchas almas salen del Purgatorio, y a las que allí quedan se les disminuyen las penas que padecen. – San Gregorio el Grande, Papa.
Durante la celebración de la Misa, se suspenden las penas de las almas por quienes ruega y obra el sacerdote, y especialmente de aquellas por las que ofrece la Misa. -San Gregorio el Grande
Puedes ganar también Indulgencia Plenaria todos los lunes del año ofreciendo la santa Misa y Comunión en sufragio de las benditas almas del Purgatorio. Para los fieles que no pueden oír Misa el lunes vale que la oigan el domingo con esa intención.
Se suplica que apliquen todas las indulgencias en sufragio de las Almas del Purgatorio, pues Dios nuestro Señor, y ellas le recompensaran esta caridad.
La Santa Misa es la renovación del Sacrificio del Calvario, el Mayor acto de adoración a la Santísima Trinidad. Por eso es obligación oírla todos los domingos y fiestas de guardar.